sábado, 8 de junio de 2013

Ateneo del Vino: Visita a "Sancha Pérez Bodega-Almazara" (I)

Dentro de las actividades programadas por el Ateneo del Vino de El Puerto, se realizó la visita a "Sancha Pérez".

En el  portalón de entrada a la finca, situada en la comarca gaditana de La Janda, se lee, a manera de bienvenida, Una apuesta por la biodiversidad y la agricultura ecológica,  ni más, ni menos.

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(Tomado de www.sanchaperez.com)

Al bajar del autobús nos reciben Ramón Iglesias Pérez, sus ayudantes y parte de su familia, y sin más preámbulos quita los microbuses de la explanada donde llegamos y los dirige hacia otro lugar, "no molestarán para nada la visión del campo". Ramón, empresario y propietario de la bodega, es conileño. 

Al pie de la bodega-almazara comienzan sus explicaciones, o más bien lecciones. Con su característico entusiasmo, va desgrananado palabras sobre la historia de la bodega-almazara, sobre las viñas (que nos invita a ver desde la terraza) y, luego nos acompaña en un recorrido por entre viñas y por toda la finca, donde va hablando de sus características y cualidades.

Se enorgullece de los animales (gallinas, patos y ocas) que picotean sueltos. Existe una balsa de aguas de lluvia que se utiliza para los riegos. Su proyecto cuenta con una parte pedagógica para que los niños puedan disfrutar del campo y de sus labores. Como él dice "compatibilizar la industria agroalimentaria ecológica del vino y el aceite con la turística".
De vuelta, ofreció un aperitivo acompañado de uno de sus vinos "Sancha Pérez", y, ya en el interior del edificio explicó el tratamiento de la aceituna para la producción de aceite (las aceitunas son molturadas en la almazara por el procedimiento de dos fases que sólo produce aceite y alperujo, sin producirse alpechín).


Después, mostró las salas de vinificación y crianza de la bodega. Todos los productos obtenidos está certificados por CAAE (Comité Andaluz de Agricultura Ecológica). 
Para finalizar ofreció una cena a base de atún de Barbate acompañado de los dos vinos que quedaban por catar, uno de ellos, el Petit Verdot, la joya de Ramón.

De postre ofreció fruta del tiempo (albaricoques) acompañados de riquísimos bombones. Le hubiera gustado acabar con una degustación de brevas, pero no fue posible debido a la falta de calor habida.
Durante toda la cena, Ramón, incansable, continuaba hablando y hablando con todos y con ese entusiasmo que contagia, de la finca y sus proyectos. Así se hizo casi la medianoche y la hora de volver.

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